Adiós Alaia

Martes, 12 Diciembre 2017
Azzeine Alaia moría el pasado 18 de Noviembre a los 77 años en su residencia de París y con él moría probablemente el último gran coutier de la industria.

Alejado de la fama, no quiso ser un esclavo de las colecciones, de las presiones mediáticas ni del tiempo (se retiró de los desfiles parisinos en 1992) sus manos mostraban a un artesano y no a un director. De esos que esculpen a la mujer desde el patrón y las tijeras y no desde las ruedas de prensa.


Estar al lado suyo era exclusivo y su trabajo también refleja esa privacidad. Le Marais, su estudio francés no tenía letrero ni escaparate, su humildad viene inculcada de todas las veces que cosía réplicas de Balenciaga, Balmain y Dior para la sociedad más distinguida de su Túnez natal.



El modisto, el artista, el genio, siempre en la sombra, siempre en el anonimato.

Lo más comercial que hizo fue sacar una línea de fragancia a la que dio luz verde sólo “cuando se sintió preparado”.

Vistió a las celebridades más exquisitas de su época, hizo real a top models como Naomi Campbell y le dió la sofisticación que necesitaba a personalidades como Rihanna.



En una industria cada vez más deshumanizada, donde los pespuntes y detalles de sastrería han sido eclipsados por lo escandaloso y extravagante, nos va a costar echar la vista atrás y no poder seguir apreciando su trabajo, delicado, femenino y pasional.

Entregado a su pasión, cansado de no poder remediar su creatividad, siempre tuvo un Halo triste, vistiendo siempre de negro y de corte asiático, con su pequeña estatura, pareciese más un monje que medita sobre la moda que un pilar fundamental en un mundo tan frívolo como el de la moda, del que fue fundador y admirador.